jueves, 26 de marzo de 2009

La pequeña Gran Caracas (I Rally de escritores)

La bruma avileña despierta a la ciudad,
aunque la bruma sea cada vez menor,
los caraqueños fieles a nuestra versatilidad,
despertamos para enfrentar a la contaminación.

Con los techos rojos en el recuerdo,
las goteras de los techos de zinc,
con el barro en la escalera,
el caraqueño añora su arepa.

Desde Palo Verde a Propatria,
la ciudad se estremece.
De la tierra nacen sus ciudadanos
y es el color de la tierra quien inunda el trabajo.

Sabana Grande y su Boulevard,
hoy sin buhoneros, mañana con buhoneros,
ayer con intelectuales y jugadores de ajedrez,
hoy con roba carteras otra vez.

Sus desfiles perpetuos de automóviles,
adornados por vendedores de piratería,
la cerveza y el platanito,
son la mejor mercancía que ofrece el chamito.

El Silencio y sus torres ruidosas,
Parque Central y su torre quemada,
ciudadanos que por una tajada
cantan cualquier tonada.

La humedad del asfalto,
producto de la ballena.
Los estudiantes corriendo
y el Presidente riendo.

Los museos y el Ateneo,
el Teresa Carreño y su eco,
reflejo del caraqueño
que no se queda en su lecho.

Villanueva y su sueño,
el Aula Magna, sus nubes,
sus historias, sus caprichos,
sus clandestinos y sus padrinos.

Y el Maestro Billo
que tanto quiso a nuestra Caracas,
la Billo´s Caracas Boys
sucumbe hoy ante el reggaeton.

Oh mi Caracas,
tan noble, tan callada,
tan ejemplar, tan secular,
tan viva, tan muerta.

Oh mi Caracas,
hoy te escribo, mañana te lloro,
hoy te sobrevivo, mañana me lloras,
no quería yo morirme sin contarte mi historia.

JEM

lunes, 9 de marzo de 2009

Mesa redonda

Tomo prestada la palabra del diccionario,
esa primera versión de internet,
con la expectativa enfocada en un cambio
que permita que ambos sigamos respirando.

Sin ser médicos inventamos recetas,
sin ser soldados disparamos a matar,
sin ser jueces juzgamos,
sin ser presidente impones.

Tu agredes, yo agredo,
ella sufre, nosotros sufrimos,
el no está,
siempre estamos.

Ella dice,
ya jamás podrá cambiar,
yo digo,
sin darte cuenta tu casa se derrumba.

Una casa puede seguir siendo una casa sin la terraza,
pero una casa sin cimientos,
no es más que un montón de escombros,
cambiamos o nos ahogamos.

JEM