jueves, 29 de abril de 2010

Un pedazo inconcluso

Era una mañana de Julio, la brisa caraqueña restregaba las lágrimas de Martin contra su propia cara, lágrimas que junto con la lluvia se mezclaban, así que la lubricación del ojo pudo ser propia o externa, lo cierto es que corría su cumpleaños, ese día en donde salimos del vientre materno y hay una obligación impuesta de estar alegres. Alegría que por más que sea defendida en poemas, se encuentra ausente, alegría occidental o imperialista, alegría egoísta, alegría religiosa, pero una alegría a la que esa mañana venció la tristeza.

Su cumpleaños era bastante normal, no estaban presentes traumas de películas, en donde alguno de los padres golpea al niño, o donde se hace esa relación dinero-felicidad que tanto se critica, pero que tanto se busca. Martin tenía regalos, algunos amigos que compartían con él la torta de cumpleaños, si podía ser marquesa de chocolate mejor, sus familiares estaban presentes, pero por lo general el dolor se conjuga en pasado.

Esa mañana, la causa del llanto no era inmediata, quizás fuese eso lo que más le preocupara, llorar y no saber por qué o no querer o saber dónde buscar la causa de ese sufrimiento traducido en líquido. Buscaba a su alrededor algo de que aferrarse, quizás algo con lo que pudiese justificar ese llanto que lo hacía quedarse sin aire, ese llanto que ahoga, que nos encorva, ese llanto que nos deja temblorosos, que nunca cesa de golpe y que nos golpea con su indiferencia.

Una vez que pudo recomponerse, volvió a su casa, ya sin lágrimas, pero todavía húmedo, se dirigió a su habitación, eligió la ropa con la que recibiría a sus invitados y entró a la ducha, ese refugio de los seres tristes. Al salir ya todo era normal, besos, abrazos, felicitaciones, llamadas, tarjetas, regalos, en su conjunto lograban que la mente se dispersara, incluso que olvidara que apenas horas atrás la tristeza dominaba su estado de ánimo, en un día en que la alegría es una obligación.

Transcurrió con normalidad la celebración, hubo torta (por suerte marquesa), salchichas, tequeños, jamón, queso, pan, pate, música, refrescos de distintos tipos, niños que no eran bien recibidos, niñas que eran esperadas. Era un ambiente de alegría, en donde los niños comenzaban a descubrirse en las niñas y viceversa, un ambiente de desafío en donde los niños y las niñas intentaban descubrir al “Diablo”, ese invento de Dios, en dos monedas arrojadas al suelo luego de ser cuestionadas sobre la presencia de algún espíritu en el lugar. Era un ambiente de alegría y desafío, monitoreado por la chaperona de la fiesta, la señora tristeza, que esperaba el momento indicado para volverse hacer notar.

Mientras los invitados se despedían la nostalgia y el silencio invadían la casa, comenzaba ese momento no grato para su madre, era hora de recoger y limpiar las evidencias de aquella fiesta, que acabó con el sofá manchado, la alfombra sucia, el baño como si no se hubiese limpiado en meses, la cocina con una muestra de cada alimento en el piso y muchas otras cosas que con sólo transitar la casa se hacían notables. Sin embargo, esa tristeza que invadió a Martin no era visible y se acercaba ahora también por obligación, pues no existe más argumento, si en el día de tu cumpleaños hay una obligación de estar alegres, si en los días previos se levanta una gran expectación, si es un día que enseñan a esperar con ansias; lo más lógico es que cuando se esté terminando nos invada una tristeza, quizás no profunda, pero tristeza al fin, pues todo eso que esperábamos ya se extingue y falta un año entero para que vuelva.

Aquel cumpleaños a los efectos de todos transcurrió con total normalidad, no hizo falta nada, los niño parecían divertirse, Martín ahora tenía 10 años, aunque seguía siendo el menor de su grupo, cumplir 10 años no es cualquier cosa para quien los cumple.

Incluso para Martin fue un cumpleaños normal, ya había olvidado su llanto, pues resulta fácil olvidar aquello a lo que no le encontramos sentido, razón, ni causa. Por lo que la tristeza que ahora la invadía era porque faltaba un año para que otra vez todo un día girara en torno a él, un día en donde todos quieren que estés a gusto, ¿qué más se puede pedir?

Siempre antes de dormir pensaba en las cosas que le gustaban, a los 10 años, son muchas las cosas que le gustan a un niño, por eso quizás le costaba un poco conciliar el sueño. En esos momentos, la noche juega un rol creativo fundamental, se erige el momento nocturno como la fuente de la imaginación infantil, que dando repaso a sus expectativas de sueño, trataba de elegir con que soñar. Ya el Colegio había acabado, mañana sería un día de vacaciones, en donde se podrá reencontrar con sus amigos, aunque ya el día no gire a su alrededor, aunque ya no le presten tanta importancia a que esté a gusto, sus amigos seguirán estando ahí para jugar, pelear, compartir.
Fue la primera vez que el sufrimiento se manifestaba en forma de llanto, un sufrimiento que Martin optaba por ignorar y por almacenar en su mente, todo de forma inconsciente, pero que de algún modo buscó salir y condujo a esa genuina expresión de tristeza que vivió aquella mañana y que no pudo descifrar sino hasta mucho después.

Según dicen, lo más nocivo y peligroso del sufrimiento es cuando se acumula, a sus 10 años Martin tuvo su primera altercado con este tipo de acumulaciones.

JEM

miércoles, 28 de abril de 2010

La parte de adelante

"sólo estoy sólo y estoy buscando
es a alguien que me está esperando
que me entienda y si no me entiende
alguien que me comprende
alguien a alguien para recordar
de memoria cuando estoy de viaje
cuando estoy muy lejos y
soy un vagabundo y camino bastante
alrededor del mundo
pero quiero volver a mi casa
a alguna casa
para encontrar a esa princesa vampira
que respira
que respira y me mira"

Andrés Calamaro

jueves, 22 de abril de 2010

propuesta

Leer debería ser una obligación constitucional

JEM

martes, 13 de abril de 2010

hoy quiero ser entre otras tantas cosas,
ese que acaricia tu cabello y cuida tu sueño,
mientras te aventuras a soñar con no se que,
ojala y conmigo,
así nos encontraríamos también en el subconsciente,
donde no hay posibilidad de callar nada de lo que se siente,
estarías quizás desnuda,
sólo por imaginarte de un modo distinto,
también podrías estar vestida,
yo jugaría a quitarte la ropa y besarte,
evitando así, que te quedes dormida,
pero temporalmente no estás,
o estás sólo temporalmente,
tan sólo si cesara la temporalidad,
pero el tiempo no es tan bondadoso,
mientras tanto sigo jugando a tenerte,
pero sin tenerte

JEM