miércoles, 24 de septiembre de 2008

La Revolución de las Manos

Nuestro país demanda una revolución de las manos y no simplemente una revolución llena de estudiantes vigorosos en la calle, con las manos pintadas de blanco en señal de paz, cambio y un mejor porvenir, no sólo eso es lo que nuestro país está intentando gritarnos, para lograr un verdadero cambio hace falta que otras manos también estén blancas, pero esta vez, no a causa de pintura.

Es innegable que existe un número muy importante de manos en nuestro país que se ponen rojas en el acto en que éstas (las manos) se chocan entre sí en continuas y repetidas ocasiones, al escuchar frases o discursos enteros provenientes de aquellas personas que obligan a un sector de la producción textil de nuestro país, a producir solo un color, bastante parecido al de sus manos luego de aplaudir efervescentemente estas ideas que nada tienen que ver con nuestra realidad. Éste acto, hace que nazca el más hermoso de los retos de la democracia, que no es otro que persuadir al ciudadano con ideas y valores, hasta lograr que éste, milite con una idea distinta a la que hasta ahora domina su razón y desborda su pasión.

A veces, éste último acto llega simplemente con el paso del tiempo, llega con el desgaste, con la desilusión, con esa percepción de traición que el pueblo llega a tener de sus gobernantes en determinadas ocasiones; yo sueño con que las manos no dejen de chocarse entre sí, pero que cambie la idea o el discurso al cual responde el acto de choque de manos.

El objetivo de todos aquellos que estamos convencidos de que un mejor país es posible, de que existen infinitos puentes que construir para acercar a nuestros ciudadanos, no es otro que lograr que ese número importante de manos que se chocan entre sí al escuchar a aquellos que sólo conocen un color para vestirse (y que sin él se sienten desnudos), dejen de aplaudir, dejen de aplaudir ante gritos etéreos como “Yankees de m…”, y digo etéreos con toda propiedad, porque muy fácil es venderse por televisión como un superhombre y expulsar a un embajador, pero al siguiente día afirmar que no se busca afectar ningún otro tipo de relación, mejor muestra que ésta de la dependencia de éste “Gobierno” de los “Yankees de m…” no hay, pero esto no se le está explicando a aquellos que siguen chocando las manos entre sí.

Basta simplemente con hacer un ejercicio mental e imaginar el programa dominical sin aplausos, las cadenas sin aplausos, las caravanas sin aplausos, ¿qué le pasaría al militar de rojo y sin uniforme?.

Debemos luchar y trabajar día y noche porque éstas manos sean blancas también, como las de nuestros gloriosos estudiantes, en ese momento ya sólo faltará muy poco para que ahora esas manos, junto con las de los estudiantes, junto con las de los obreros, junto con las de los campesinos, junto con las de la clase media, junto con las de los empresarios, en fin, junto con las de todo sector de la sociedad, sean rojas de nuevo, pero un rojo que nada tendrá qué ver con un uniforme político que reduce al ser humano a una “masa sin discernimiento”, serán manos rojas de aplausos al país que entre todos habremos construido.

JEM

viernes, 12 de septiembre de 2008

Algo que siempre recuerdo

"Me jode confesarlo, pero ya no se hacen tangos..."
M.B.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Ceremonia

A Juardith y Lety

Digamos que era sábado,
sólo por escoger un buen día de la semana.
El sol resplandecía,
era como un sol adolescente,
de esos que de un modo u otro,
logran que nos percatemos de su presencia.

El escenario era mítico,
años de historia, sudor y dinero
han pasado por ese peculiar templo del deporte,
el fantasma de Ruth y su monumento justo detrás de nosotros.

Dieciocho guerreros,
que se preparaban para saltar al terreno.
siendo partes inconscientes de una historia maravillosa,
pero ajenos a ella.

Los protagonistas,
dos de mis personas favoritas
(los tíos de los hijos que aún no tengo),
tal vez sin darse cuenta me otorgaron en ese instante,
uno de los mejores momentos de mi vida.

Vino entonces el momento esperado,
me toco ser por unos segundos maestro de ceremonia,
sin tener sotana fui cura,
así que tomé sus respectivos dedos
y coloqué en ellos el símbolo usual del matrimonio.

El Yankee Stadium se venía abajo,
Comenzó el partido.

JEM