viernes, 29 de abril de 2016

Quien sabe


Hoy dijiste: “Me hubiese enamorado mucho de más de ese que escribía en tu blog” Después de tanto, yo con gusto te escribo, en el blog, en nuestro sofá, en nuestras desesperaciones, en tus sueños incontrolables, en nuestra vida por vivir, en ese lugar en donde sólo tu y yo existimos. De todas las historia, las que se escriben y las que se cuentan, la nuestra es la mejor, no por los aditivos, sino por los resultados. Nunca te agradecí por el hogar que creaste con tu llegada, te doy las gracias por los hijos que vienen y por la madre que serás, nunca imaginé lo lindo que sería escribirte mientras duermes en mis piernas. La verdad es que nunca imaginé, pese a todo, que se sentía ser verdaderamente feliz. Digamos que hoy por suerte te engañé. No le vendí dólares a ese Roberto, simplemente me regresaba algo que espero te haga feliz en unos cuantos meses, al final, solo quiero regresarte la felicidad de la cual llenaste mi vida. Felicidad es algo tan simple como mirar, pensar, sonreir y querer besarte, un abrazo es de locos y cada despertar el sentido de mi vida. La vida cobró sentido desde que me despiertas, con el respeto del pasado y de los errores, nadie iba a ser feliz si tu no estabas conmigo, así que aquí estamos, en esta, la que hicimos nuestra casa. Con cada granito, con cada mata, con cada sonrisa, con cada comida, con cada ducha, con cada sexo y sobre todo con cada sonrisa, que ya lo dije, pero desde que lo dije no se quita. Pensar que pasamos la vida pensando en la felicidad y al final pasan todos nuestros poetas y gana tu presencia, gracias por darme las ganas de seguir y por inventar el futuro que nunca leí. Ya solamente nos queda el resto de nuestra vida, duerme tranquila y despreocupate P.

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